El Presidente de Chile, Eduardo Frei Ruiz Tagle, fue quien impulsó la iniciativa parlamentaria que dio origen al decreto que estableció el 24 de junio como Día Nacional de los Pueblos Indígenas, en el año 1998.
Dicha celebración, que se lleva a cabo en todo el territorio chileno, es para simbolizar el respeto y reconocimiento de los pueblos ancestrales y dar cuenta de la diversidad cultural, tradición, historia e identidad de los distintos pueblos presentes en Chile
Los naciones celebran aquellas fechas que las enorgullecen. Aquellas efemérides que despiertan en sus habitantes un sentimiento de unidad y participación ciudadana. Así ocurre con el 18 de septiembre o el 21 de mayo, tan integrados a nuestro imaginario colectivo, que en ellos traducimos gran parte del valor y la identidad del ser chileno.
Cuando para los occidentales el invierno comienza a fines de junio, los pueblos indígenas valoran este instante como el inicio de un ciclo nuevo para la vida y la naturaleza. Hace tiempos inmemoriales, ellos fueron capaces de identificar fases anuales que permitían una convivencia armónica con la naturaleza. Gracias a las observaciones de los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas, fijaron los tiempos de cosecha y siembra. Así, el momento clave que definió su cosmovisión biocéntrica del universo fue -y continúa siendo- el solsticio de invierno, que en el hemisferio sur se registra entre los días 20 y 24 de junio, instante en que el "Sol emprende su camino de regreso" a la Tierra.
Dicha celebración, que se lleva a cabo en todo el territorio chileno, es para simbolizar el respeto y reconocimiento de los pueblos ancestrales y dar cuenta de la diversidad cultural, tradición, historia e identidad de los distintos pueblos presentes en Chile
Los naciones celebran aquellas fechas que las enorgullecen. Aquellas efemérides que despiertan en sus habitantes un sentimiento de unidad y participación ciudadana. Así ocurre con el 18 de septiembre o el 21 de mayo, tan integrados a nuestro imaginario colectivo, que en ellos traducimos gran parte del valor y la identidad del ser chileno.
Cuando para los occidentales el invierno comienza a fines de junio, los pueblos indígenas valoran este instante como el inicio de un ciclo nuevo para la vida y la naturaleza. Hace tiempos inmemoriales, ellos fueron capaces de identificar fases anuales que permitían una convivencia armónica con la naturaleza. Gracias a las observaciones de los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas, fijaron los tiempos de cosecha y siembra. Así, el momento clave que definió su cosmovisión biocéntrica del universo fue -y continúa siendo- el solsticio de invierno, que en el hemisferio sur se registra entre los días 20 y 24 de junio, instante en que el "Sol emprende su camino de regreso" a la Tierra.