Victoria.- Desde hace unos meses hemos visto con mucha angustia como se va destruyendo lentamente el patrimonio arquitectónico de nuestra ciudad. El concepto de modernidad y progreso, ha sido develado bajo un manto de polvo y escombros, quedando cada día sitios eriazos, espacios vacios y una memoria fragmentada cuyo destino final será la ausencia de fuentes para la comprensión de la historia urbana de Victoria. Así ha ocurrido con el mural del profesor Tomas Vinet en la estación de ferrocarriles, la plazoleta atrio del mercado municipal, la misma plaza fundacional de nuestra ciudad, la casa Hetz y hace unas semanas, la emblemática esquina del Colegio Santa Cruz entre otros lugares y edificios. Sin duda, una ciudad pujante debe abrir sus puertas al avance, a expresiones arquitectónicas nuevas que van transformando el espacio urbano, se va re-escribiendo la imagen urbana con cada una de las edificaciones que se levantan, esa es una verdad indesmentible. También lo es y debe ser, conservar en sus diversas expresiones la historia escrita en cada tabla del barrio del Bajo Traiguén, en cada silueta que recorre los techos de las viviendas dándole su carácter que la hace reconocible desde el paso nivel de la Avenida Miraflores, en cada vieja ventana de madera a través de la cual hemos visto parte importante de la vida de una ciudad.
Hoy más que nunca se deben impulsar iniciativas ciudadanas para el rescate de nuestra historia, en algunos casos es evidente que no se puede mantener una antigua edificación con la sola finalidad de conservarla, la comunidad debe jugar un rol activo en esto, generar los mecanismos para entregar a las nuevas generaciones el eslabón necesario para incentivar la apropiación de nuestra identidad, estimular el conocimiento por la historia local y finalmente actuar de manera decidida en construir una ciudad entre todos y para todos.
Gentileza: www.intercomuna.cl